Santo Domingo
Abel Martínez, el candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), está hundido en un pantano y no hay quien acuda a su rescate. El partido que le eligió está muy lastimado, arrastrando el peso moral de una de las cargas de delitos penales más voluminosas jamás conocida antes en la historia judicial del país, levantadas contra sus gobiernos por corrupción administrativa.
Para mayor decepción del también alcalde de Santiago, varios en el partido morado se han alejado de su proyecto, otros han renunciado y marchado a otros partidos y, para agravar más su problema, figuras clave de los altos organismos de dirección están procesados por corrupción.
Desde su elección el 16 de octubre de 2022 en la consulta ciudadana celebrada por su partido, Abel no ha avanzado un paso. Nunca ha presentado una propuesta seria para un futuro gobierno y su sostenibilidad política solo se alimenta de las críticas al Gobierno. El candidato peledeísta luce empantanado en sus críticas y sigue machacando con sus discursos contradictorios, dejando a un lado el enfoque y discusión de los temas nacionales.
Su incapacidad es evidente y su soporte más valioso, el presidente Danilo Medina, ahora no solo está abatido por una olla de corrupción que arde contra sus pasados gobiernos, rompiéndole la cabeza y quitándole aliento, sino que un cáncer de próstata abruma su vida. Si no hay elementos para formular una crítica contra el gobierno, el candidato peledeísta no tiene de qué hablar y se escapa.
Por eso Abel se nota tan ausente de los medios y solo aparece para lanzar un ataque contra alguna medida gubernamental. Sus ataduras de pensamiento son tan complicadas que a veces se presenta como prototipo de la identidad nacional, específicamente al abordar el tema haitiano, pero en otras ocasiones niega esos mismos sentimientos, atacando lo que había defendido. Ya salió en defensa abierta de Estados Unidos cuando su Embajada en Santo Domingo le enrostró al gobierno discriminación por color de piel y también atacó la Ley de Trata que establecía orden a la migración ilegal.
Abel Martínez no tiene propuestas de salida a los problemas del país, no posee carisma ni proyecta confianza ni suma adeptos y, por esa y otras razones, se han alejado algunos miembros del Comité Político del PLD, mostrando un claro desinterés por su campaña.
Su elección en octubre de 2022 no fue tan armoniosa como el PLD pretendió proyectar en principio. Hubo disconformidad de fondo y malestar en crecimiento, como en el hecho de que figuras de fortaleza en el PLD, como Francisco Domínguez Brito, que obtuvo el segundo lugar en la consulta de su partido con un 20.64%, no se ha integrado de lleno en su proyecto presidencial.
Tampoco se ha integrado Margarita Cedeño, que quedó en tercer lugar con un 16.23%, y resisten a incorporarse activamente dirigentes de alto nivel del PLD como Alejandro Montás, Domingo Contreras y Gustavo Sánchez. A esto se agregan las dificultades con sus enlaces clave de campaña electoral, como el caso del exministro José Ramón Peralta, sometido por actos corrupción, y el alejamiento de Radhames Camacho y Rubén Bichara.
Otro problema que atomiza la campaña de Abel Martínez es la situación que encara ante la justicia Simón Lizardo, uno de los cinco miembros de la comisión coordinadora de su proyecto, liderado por el exministro de Turismo, Francisco Javier García. Abel tiene grandes problemas para orquestar su proyecto, con discursos imaginarios, fuera de contexto, dando pasos en falso en su camino y enviando mensajes equivocados al país. Su futuro político en busca de la presidencia es tan incierto como oscuro es el final que le aguarda ya a su Partido de la Liberación Dominicana.